Era una lucha dura y el rival no era fácil, era tipo Hitler + Franco + Satán, así que imaginaos como era la mezcla. A mí me gustaba nombrar a esa persona con el apodo de Satán ya que no me equivocaba por su significado. Yo era como un pequeño individuo que a simple vista no podía hacer nada contra su fuerte rival. Satán utilizaba sus mil armas sin pensar que hacía, todo a lo loco y con reglas de un engendro de 3 años, como si esto fuese un juego de niños. Y Satán se saltaba las reglas.
Yo solo tenía un arma, mi cerebro, mi inteligencia. Parecía que no hacía nada mientras Satán atacaba, parecía que me había dado por vencido, pero no, sí estaba haciendo algo. Lo veía todo, todas las posibilidades, puntos débiles, analizaba la situación, pérdidas y ganancias del territorio. TODO. Satán pensó que iba ganando por goleada y llego a pensar que ganaría con sus reglas estúpidas y manipuladoras. Pero no. Un día (26 de enero de 2010), decidí atacar, costó porque era una táctica arriesgada pero efectiva. Y así fue, no se lo esperó, no sabía qué hacer, Satán se veía indefenso, sin posibilidades. Mi táctica fue buena y dio sus frutos. Gané la batalla. Tras muchos meses de espera y sufrimiento gané.
Siempre deciros que nunca deis nada por perdido en una lucha. Lucha con cabeza, pensando tus movimientos y viendo el mejor momento para atacar. Si haces las cosas con cabeza, ganarás.
